Nota actualizada.
En el día de la fecha se cumplen las Bodas de Brillante de la creación de la versión infantil del legendario (y ya nonagenario) cacique Patoruzú. 75 años han pasado desde que Dante Quinterno decidiera publicar una revista de historietas que marcaría un hito editorial en nuestro país.
Nace una pequeña leyenda
Ubiquemos al personaje en la época en que nació: 11 de octubre de 1945, año clave en la historia moderna, tanto argentina como mundial. La Segunda Guerra Mundial había llegado a su fin hacía apenas un mes; y faltaban apenas seis días para que la Plaza de Mayo fuera testigo de los eventos del 17 de Octubre. Pocos días después se fundaría la Organización de las Naciones Unidas, organismo internacional con el cual se crearía un nuevo concepto de la visión del individuo en el mundo.
En el cine uno podía vivir aventuras con El Capitán Kidd u horrorizarse con El ladrón de cadáveres (una de las primeras películas de Robert Wise) y El retrato de Dorian Gray, así como los chicos podían reír y maravillarse con el Pato Donald en Los Tres Caballeros. Fue el año que vio nacer, entre otros, a los músicos Rod Stewart, Bob Marley y Eric Clapton, a la actriz Helen Mirren, y en el mundo del 9° arte, al dibujante Milo Manara. También fue el año que vio morir a Anne Frank, Franklin Delano Roosevelt, Benito Mussolini y Adolf Hitler. 1945 fue también testigo de la entrega del Premio Nobel de Literatura para Gabriela Mistral, y del dictado de la famosa conferencia de Jean-Paul Sartre: "El existencialismo es un humanismo".
Como pueden ver, era una época de grandes cambios en todo el mundo, y no pasó desapercibido por los habitantes de este país que, aunque uno lo piense de otro modo, no está tan alejado del resto del mundo. Las nuevas ideas están a la orden del día, y muchas de ellas son demasiado diferentes como para convivir: el capitalismo, el comunismo, el anarquismo, el nacional-socialismo y el fascismo (los nazis y los facistas); el auge de del bipolarismo socio-político con el que Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvieron al mundo en vilo mediante la Guerra Fría. Y en nuestro país, esas ideas estarían enmarcadas por las cotidianas disputas políticas, acentuadas por años de democracias fraudulentas y dictaduras militares que se sucedían constantemente, y que ahora perfilaban entre los bandos de los empresarios y políticos conservadores que querían frenar como sea a las clases trabajadoras que eran fuertemente seducidas por las nuevas ideas sociales, económicas y laborales que formaban la plataforma política de Juan Domingo y Eva Duarte de Perón.
Dante Quinterno ya era un dibujante talentoso y un editor consumado. Patoruzú, su personaje estrella, tenía revista propia desde 1936, la cual agotaba ediciones semanales de 300.000 ejemplares. Tomando en cuenta que cada revista podía ser leída por 4 o 5 personas, y que la población de Argentina era de casi quince millones de personas, se puede decir que su influencia entre el público era importante. Y dicho éxito se acentuaba con los Libros de Oro, que aparecían en los últimos días de cada año, y que alcanzaban tiradas de ¡casi dos millones de ejemplares!
Ante tamaño éxito, era obvio que Quinterno soñaría con crecer a nivel editorial, y lo hizo, pero con una diferencia pequeña, pero importante: mientras que Patoruzú era una revista de humor para toda la familia, de formato apaisado (18 x 28 cm.) y con un espacio propio para notas de actualidad, cuentos y humor escrito, Patoruzito sería una revista más interesada en el público infanto/juvenil, con un formato más cercano al de los álbumes gráficos (23 x 29 cm.) y con un contenido 100% historietístico.
Durante los meses de agosto y septiembre de 1945, aparecieron varias publicidades en Patoruzú, anunciando la inminente aparición de los puestos de revistas de la nueva publicación:
Como se puede adivinar al leer la publicidad, el nuevo personaje no es una versión infantil del cacique tehuelche. Lo que uno puede suponer es que Quinterno quería crear una nueva versión de su personaje, que abordara sus aventuras y peripecias con una actitud más inocente y tierna; el universo de Patoruzito es contemporáneo al de los lectores, igual que el de Patoruzú. Es, simplemente, una fórmula que no podía fallar.
Y de hecho, no falló, como se informó debidamente en Patoruzú al poco de salir su revista hermana:
Ya en el primer número aparecen los protagonistas de la historieta principal, la que le da nombre a la revista: Patoruzito e Isidorito. A diferencia que sus versiones adultas, donde el cacique vive casi todo el tiempo en un hotel de Buenos Aires para de ahí conocer en el puerto a su futuro Padrino como dueño de un circo de mala muerte, la acción transcurre en la estancia de Patoruzito en la Patagonia, cuya ubicación (al igual que en Patoruzú) irá variando de ubicación geográfica, como una suerte de Springfield criolla, de acuerdo a las exigencias argumentales, estando de esa manera tan cerca del Mar Argentino como de la Cordillera de los Andes.
De a poco, también van apareciendo los personajes secundarios: Ñancul y la Chacha Mama, que son tan jóvenes (o tan viejos, según se vea) que en Patoruzú; Pamperito, el fiel potrillo del caciquito, y el Capitán (todavía no Coronel) Cañones, el cual sí es joven y menos gruñón (aunque no tanto) respecto al anciano e irascible Urbano Cañones que cela permanentemente a su botarate sobrino Isidoro.
Ya en el n° 2 de la revista aparecen los "villanos" recurrentes que tendrá e caciquito: el brujo Chiquizuel y su sobrino Chupamiel. Esta sí será una diferencia argumental relevante, ya que Patoruzú se caracteriza por una ausencia casi total de un antagonista recurrente, con la sola excepción del Diablo.
Estos dos personajes señalan otra diferencia importante entre Patoruzú y Patoruzito. En la primera, la acción suele transcurrir en Buenos Aires o en los lugares más fantásticos y aventureros del mundo, y los villanos llevan características que hoy en día pueden ser considerados xenófobos: los personajes de facciones orientales son crueles en extremo, de aspecto demoníaco y traicioneros como pocos; los europeos, astutos y sádicos; los islámicos, intolerantes e irascibles (aunque también cultos y de costumbres educadas, y los judíos, avaros y mezquinos. En cambio, en Patoruzito, la mayoría de las aventuras (de las buenas aventuras) transcurren en la Patagonia, y los personajes que podemos calificar como "malos" son de rasgos argentinos, con más aspecto de compadritos y atorrantes que de verdaderos villanos. Además se explora más el universo cercano al caciquito, especialmente con la aparición de Chiquizuel, que suele contar con la ayuda ocasional de otros indígenas (tehuelches o de otros pueblos originarios) a la hora de elaborar sus planes para complicarle la vida a Patoruzito. No obstante, de vez en cuando se verán los viajes exóticos y villanos estereotipados que eran comunes en aquellas épocas.
El éxito crece
Patoruzito aparecía semanalmente los días jueves, con 32 páginas de historietas, de las cuales las tapas y las páginas centrales (donde estaba el caciquito) eran a todo color. La revista se completaba con un staff de destacados dibujantes e ilustradores que crearon a muchos de los personajes clásicos de la historieta nacional en dichas páginas.
Mirco Repetto escribía la mayoría de los guiones, además de dirigir la revista, al tiempo que respetaba la continua supervisión de Quinterno. Los otros guionistas de la historieta fueron Mariano Juliá y Laura Quinterno (hermana y continua ayudante del dibujante). Los dibujos corrían a cargo de Tulio Lovato, el cual dibujaba con precisión, respetando el "estilo Quinterno" que exigía la historieta.
Con los años, Patoruzito llegó a ser tan popular como Patoruzú, y emulando el éxito de su predecesora, sacó a la venta tres Libros de Oro entre 1955 y 1958, aunque no tuvieron el mismo éxito que los de Patoruzú. Tampoco prosperó la colección Patoruzito Extra, que publicaba episodios completos de otros personajes que aparecían en la revista. En 1952, un incendio quemó los bosques de Finlandia que proveían de papel a buena parte de la industria editorial argentina. Ante el desmedido aumento del precio del papel, Patoruzito debió reducir el número de páginas por número y achicar el formato de la revista, así como también debió alterar la presentación de sus historietas: más texto, menos dibujos (aunque más detallistas) y en blanco y negro. Aunque luego recuperó casi el mismo tamaño que en sus inicios mantuvo estas características internas hasta el final.
Del ascenso al ocaso
En octubre de 1956 salió a la venta Las Grandes Andanzas del Indio Patoruzú, que republicaba las historietas completas que aparecían en Patoruzú semanal más las tiras que se publicaron originalmente en el diario El Mundo. Repitiendo la premisa, la editorial volvió a triunfar en enero de 1958 con el n° 1 de Correrías de un Pequeño Gran Cacique Patoruzito. Esta revista reeditó en blanco y negro los episodios aparecidos a color en Patoruzito, pero al poco tiempo empezó a publicar material nuevo.
Mientras tanto, otros vientos soplaban en el mundo del 9no. arte. Revistas como Hora Cero y Frontera ofrecían otro modo de lectura, más orientado al público adulto y con un lenguaje más humano, cargado de situaciones realistas y dramáticas. Héctor Germán Oesterheld con Sargento Kirk, Ticonderoga, Ernie Pike y El Eternauta marcaron la tendencia de los siguientes años, consistente en ofrecer un material de lectura más maduro. Por otra parte, la fórmula de las revistas semanales con continuación permanente fue perdiendo atractivo frente al material que llegaba del extranjero, más dinámico y ofreciendo publicaciones enteramente a color. El auge de la televisión incluyó el "boom" de las animaciones televisivas, lo cual también fue desalentando el consumo de revistas. Una época dorada iba quedando atrás.
Así, tras 869 números, Patoruzito dejó de publicarse en su propia revista, dejando su espacio para la publicación de episodios completos de las otras historietas con las que compartió espacio (El Huinca, Big Ben Bolt, Tug Tramson, etc.), a razón de dos por cada ejemplar. Al fracasar esta modificación en sus contenidos el 31 de enero de 1963 se despidió de los puestos de diarios con su n° 892. En mayo de ese año volvió al ruedo en formato de libros de bolsillo (14 x 19,5 cm., 196 páginas) de periodicidad mensual, con el regreso de Patoruzito en formato de episodios cortos autoconclusivos y acompañado de material casi totalmente extranjero.
Esta etapa no fue tan exitosa como la anterior a pesar de su calidad; en 1966 la revista cambió su formato en el n° 33 para volver a ser una revista, esta vez con las mismas dimensiones que Patoruzú semanal (19,5 x 28 cm.) y ofreciendo cien páginas manteniendo su periodicidad mensual, pero no fue suficiente para mantener el interés en el público, por lo cual fue cancelada en febrero de 1971, totalizando 95 números.
El 26 de marzo de 1971 Patoruzito fue relanzada a los puestos de diarios como revista didáctica, dispuesta a competir con Billiken y Anteojito: Patoruzito Escolar. Esta vez el fracaso fue estrepitoso; saliendo apenas cinco números semanales debió ser cancelada.
En 1976 Quinterno decidió cesar la producción de historietas en la editorial; desde entonces,
Correrías de Patoruzito reeditó los episodios más conocidos, con numerosas adaptaciones y correciones de texto y dibujos de por medio, ahora con el título de
Selección de las Mejores Correrías de Patoruzito. Con el correr de los años,
Patoruzito continuó en el mercado con sus reediciones, sin ofrecer innovaciones ni ninguna iniciativa para volver al estrellato, con la única excepción de
un corto animado producido en 1987, creado para anunciar la hora en que los chicos deben ir a dormir ante el cierre del horario de protección al menor.
Recién a mediados de los años '90 surgieron varios intentos serios para llevar al caciquito al campo de la animación. El dibujante Juan Grillo y Productora Aguafí S.A. crearon dos cortos animados (El templo, con Patoruzú y El cazador, con Patoruzito) con la intención de crear una serie de animación en Estados Unidos con ambos personajes. La idea era estrenar la serie en 1998, pero el proyecto quedó trunco.
En 1999 comenzaron los preparativos para crear un largometraje de Patoruzito, usando lo más avanzado en animación y producida por Patagonik Group (en aquel entonces abocada a la tira televisiva Los Pintín), con la intención de estrenarla en 2001, con un avant premiere en el Teatro Colón. Pero este nuevo proyecto se fue postergando con el tiempo debido a la recesión económica que el país atravesaba en esos años. Recién en 2003, poco después de la muerte de Quinterno, la película comenzó a producirse, estrenándose en cines el 8 de julio de 2004. Aunque tiene sus falencias argumentales, la animación excede los estándares habituales en cuanto a producción argentina; incluso luce algunas secuencias de arte digital, algo novedoso en nuestra industria en aquel entonces. La taquilla respondió a las expectativas que originó el film: 2.600.000 personas vieron Patoruzito, convirtiéndola en la película animada argentina de mayor taquilla en nuestros cines.
Ante tal éxito, Patagonik Group se avocó no solo a realizar una secuela, sino también un largometraje animado de Isidoro y una película en animación computarizada de Patoruzú; pero de estos proyectos, Patoruzito 2: La gran aventura apenas cumplió con las expectativas del público, Isidoro fue destrozada por la crítica especializada, y la película de Patoruzú quedó interrumpida indefinidamente debido a varios desacuerdos económicos entre Los Tehuelches S.A. (la editorial que administran los descendientes de Quinterno y actual poseedora de los derechos de los personajes) y Patagonik Group. Mientras tanto, la tira animada de Patoruzito promocionada por Cartoon Network, fue tan poco relevante como la realizada tiempo después con Isidoro en cuanto a generar interés por el público masivo.
Patoruzito en la actualidad
Ante estos vaivenes audiovisuales, los responsables de Los Tehuelches intentaron devolver al personaje al éxito en papel: en 2006, Clarín publicó el primer episodio de Patoruzito semanal junto a tres de las mejores Correrías en un tomo recopilatorio de la Nueva Biblioteca Clarín de la Historieta; el cual hoy comienza a ser difícil de conseguir debido a la calidad de los episodios recopilados ahí.
En enero de 2010 se seleccionaron veinticuatro episodios que no figuraban en las reediciones de Selección de las Mejores Correrías de Patoruzito para la creación de la Colección Clásicos en Colores de la Editorial Perfil. Estos episodios originales fueron coloreados por computadora para hacerlos atractivos al público actual y respetando los guiones originales (es decir, sin el aggiornamiento necesario para mantener los diálogos con modismos y términos geográficos y culturales actuales), además de ser impresos en papel de alta calidad; a su vez, se buscó que las historias elegidas tuvieran en común el mismo número de páginas (62 en formato apaisado), agrupando 124 tiras en total, buscando así una coherencia en el formato de los libros ante los costos de impresión. El resultado fue desparejo, ya que algunas de las historias resultaron ser más extensas y debieron ser recortadas por los responsables de la publicación, mutilando parte del argumento original. Otro error grosero fue que incluyeron en cada libro los nombres de los coloristas y editores de estos libros, pero no lo hicieron con los guionistas y dibujantes originales, ignorando así el esfuerzo de quienes trabajaron con Dante Quinterno para crear estas historias.
En líneas generales el público agradeció la llegada de esta colección a los puestos de diarios, pero no faltaron las críticas debido al fuerte contraste en los colores, tal vez demasiado fuertes cuando no brillantes, lo que generó algún que otro malestar visual que no permite apreciar el arte original.
Pero ni siquiera estos esfuerzos editoriales pudieron frenar la decadencia que Selección de las Mejores Correrías de Patoruzito venía arrastrando junto con sus publicaciones hermanas de Patoruzú e Isidoro, fruto de seguir repitiendo una y otra vez las mismas historias recicladas; tras un parate temporal a fines de 2014 para reordenar la economía editorial, entre abril y mayo de 2015 volvió al ruedo para intentar recuperar su presencia habitual frente a los pocos lectores que aún las compraban. Así, casi silenciosamente y de manera previsible, con los n° 936 y 937 la revista cesó por completo su publicación.
De esa manera el caciquito desapareció de los puestos de diarios, sobreviviendo marginalmente tanto en las comiquerías y librerías de segunda mano como en ferias especializadas en libros y revistas antiguos. Mención aparte merecen las redes sociales, donde diversos grupos mantienen viva la memoria del personaje buscando la preservación digital de las revistas que ya no están al alcance del público masivo.
No obstante, aún hay interés editorial para que Patoruzito se preserve en las comiquerías y librerías especializadas. En 2018 Ediciones Assisi editó el primero de cinco volúmenes que buscan recopilar en una edición cuidada los episodios a color de la revista semanal. La Colección Patoruzito involucró un trabajo de equipo formado por Eduardo Adán y Berni Torre, a cargo de la restauración digital, y Miguel Dao, quien realizó los aportes literarios pertinentes.